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Mirar dues vegades
(2016)
El museo Es Baluard invita a Isaki Lacuesta a comisariar la colección permanente: (des)apropiacionismo, desautoría, simulacro y revisionismo museológico, en un ejercicio de ficción como dispositivo para mirar las obras e interpelar al espectador.
Mirar dos veces, texto del comisario Isaki Lacuesta
Cántaro
Escribir un cántaro que pueda tocarse.
No será necesario, por tanto, que pueda beberse en él,
o ya no sería cántaro, sino farsa:
aprender el límite hasta donde hay que creer.
(Isaki Lacuesta)
Sinopsis y leyenda
En 2028, el emir Abu Karem adquirió el fondo de las colecciones de arte de Es Baluard.
La compra fue polémica en las islas.
Pero el emir garantizó que la colección no saldría jamás de las Islas Baleares. Además, afirmó que invertiría en viviendas públicas, pensiones, infraestructuras y en la creación de la beca Aka, destinada a creadores incipientes.
Así, el emir compró y reordenó la colección a su gusto.
Al cabo de unos meses, el periodista y crítico de arte local Joan Cervelló denunció que el emir había introducido en el museo algunas obras falsas, atribuidas a nombres célebres.
Llevado a juicio, el emir testificó que no había cometido ninguna estafa. Al contrario. Había enriquecido el fondo del museo con obras creadas por él mismo. Y acto seguido confesó que su objetivo, en el momento de mezclar obras falsas junto a las auténticas, no era otro que suscitar sospechas en los espectadores y que se vieran obligados a volver a mirar las obras, que las miraran de verdad, es decir que miraran dos veces.
Todos comprendieron que el emir gozaba de buen juicio, más que nadie, y que, de hecho, lo había previsto todo y fomentado cuando, finalmente, no solo se negó a reconocer qué obras eran las que se debían a su mano, sino que retó a los aficionados al arte a que distinguieran las auténticas de las falsas.
Arqueología y juego: un cabinet d’amateur
Después del escándalo de 2028, Es Baluard renegó de la figura del emir Abu Karem. Es comprensible. Las salas no volvieron a mostrarse siguiendo sus criterios, tan afines a la tradición de Aby Warburg como a la de Georges Perec, Sturtevant, Max Aub y Jusep Torres Campalans. Karem veía el museo como su cabinet d’amateur, de filiación barroca, pero también como el espacio idóneo para plasmar físicamente sus teorías artísticas, su pensamiento sobre la belleza, el orden y, especialmente, el placer.
Ahora, cuando ha pasado el tiempo suficiente y finalmente tenemos la perspectiva necesaria, esta exposición recupera el concepto expositivo del emir Karem y su disposición, y también las obras falsas que, con tanto cuidado, fue infiltrando en el corpus de la colección.
Advertencia a los espectadores
Este recorrido por la colección de Es Baluard incluye una cantidad indeterminada de obras acreditadas erróneamente, de piezas falsificadas y de trompe-l’oeil, en el sentido más literal del término.
Así, proponemos a los espectadores que jueguen con nosotros a mirar dos veces. Por una vez en la vida, y de forma excepcional en la historia de la museografía, los visitantes podrán saber al final del trayecto si han acertado en sus pronósticos y encontrarán una lista con las atribuciones reales de cada creación.
Más allá del juego, la exposición plantea viajes en el tiempo: un camino de ecos, resonancias, analogías y disonancias. En el fondo, lo que querríamos es que los visitantes pudieran visitar los almacenes del museo y mirar los cuadros del derecho y del revés, que pudieran apreciar el arte que se esconde detrás de la tela, en los bastidores.
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